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Mostrando entradas de marzo, 2017

Anocheciendo al amanecer

En algún lugar de un laberinto rodeado de soldados de cemento un grupo de adolescentes reía y corría como si nada importase.  La noche se había comido todo lo visible y uno solo podía guiarse por su oído. Primero, un silencio ensordecedor. La quietud del lugar les recorrió la columna en forma de escalofrío. Luego, unas voces perdidas en el laberinto tratando de encontrar una salida que ellos, cual Teseo, hallaron en cinco minutos.  Horas antes la alegría resplandecía amarillo chillón, las canciones soltaban chispas y sus movimientos destellaban como estrellas en el cielo nocturno.  Era como esa sensación de ir en la parte de atrás de una camioneta de pie llegando al final del túnel con los brazos abiertos cuando suena esa  canción: te sientes infinito. El Sol se fue escondiendo avergonzado de no ser parte de aquello a medida que el tiempo transcurría, no sin antes pararse a echar un ojo a aquel cúmulo de sentimientos flotantes.  En algún lugar de un laberinto rodea

Oda a la "p" muda

Las letras saltan a borbotones del diccionario cuando dejamos los pesados libros descansar en su estante. Y, lo creáis o no, estas letras tienen vida social, como cualquiera de nosotros. Y, como buen ejemplo de micro-sociedad, cada letra tiene un rol en ella. La "a" es una letra que pasa muy desapercibida por su abundancia en el vocabulario español. Constituye buena parte de la plebe. La "k" es la letra más exclusiva y solicitada, pues su presencia es más bien escasa. La "l" es elegante y estirada, tiene complejo de superioridad, por eso siempre anda con la cabeza bien alta. La "z" anda encogida por un problema de escoliosis del cual se siente muy avergonzada. La "c" es una letra muy acomplejada; por más que lo intenta no consigue la perfección de la "o".  Pero hay una clase de letras que es especial: las letras mudas. Entre ellas están la "h", la "g", la "c", la "u", la "m&quo